Un plato de sopa
Mi madre
siempre me dijo que la lectura enriquece el alma, pero que para conseguirlo
tienes que comerte a diario una de sus sopas de letras. La verdad es que
gracias a ella no soy tan ignorante, tengo más conocimientos que los demás
chicos de mi edad, y han llegado a decir que soy superdotado. Ahora quieren
hacer un estudio de mis neuronas, por eso de la sinapsis. Siempre he dicho que
son las sopas de mi madre, que no hay vuelta de hoja, que las cosas con amor
funcionan de otra manera, y que si dudan vengan y lo prueben. La verdad es que
deshojar diariamente un libro le lleva más de una hora. Pero ella lo hace con
gusto, a ver si mientras solucionamos el problema. Es la única forma de superar
la intolerancia a la lectura.
Transmutación
El bufón hace las cabriolas oportunas para
entretener al rey y al resto de la corte. Todos aplauden sus andanzas, el
vocablo, las expresiones artísticas. Al ver que surten efecto sus inventos
comienza a imitar al mago, en sus pócimas y sortilegios, queriendo transmutar
la materia. Resulta tan gracioso que el rey le incita de nuevo a hacerlo. El
bufón lo repite hasta la saciedad, todos ríen y son felices.
En una de sus intervenciones es
interrumpido por el mago de la corte, que aparece al fondo de la sala. El bufón
al verlo detiene el espectáculo, abatiéndose el silencio. Hasta las carcajadas
del rey se apagan de golpe, intuyendo que le lleva malas noticias.
El rey se acerca y el mago haciéndole la
oportuna reverencia comienza a explicarle lo que ocurre. “Señor, se nos están
acabando las presas. Es el ensayo trescientos, y no he conseguido transmutar a
los dragones en seres más manejables. Si no les damos de comer acabarán
famélicos y su desprotegido reino acabará en manos de bárbaros”, le dice el mago.
El rey duda. El mago le asiente que lo
único que buscan es transmutar a los dragones para que estén a su servicio. Si
lo consiguen nadie tendrá una flota tan basta ni poderosa, como recompensa
podrán robar el oro de los pueblos vecinos. El rey se detiene a pensar,
mientras mira al bufón. Al sentirse observado tímidamente se cuela entre la
multitud.
—Ya se la
solución —grita el rey —. ¡Atrapadlo! —señala
con media sonrisa.
Lo llevan a sus pies y le dice que él va a
servir como nunca antes a su rey. Los dragones tienen hambre.
—¿Por qué yo,
señor? —suspira acongojado.
—Por haberte
reído de mi poder.
Volando las mariposas
Hoy he tenido un buen pensamiento,
transmutar y volatilizar todo lo negativo. Y creo que lo he conseguido.
Zeus
Al presentarse Afrodita ante Zeus, este le
recibió con todos los honores. El amor que le profesaba era mucho más intenso
que la del rechoncho angelito lanza flechas. Su pasión por la morena mujer le
llevó a tierras lejanas en busca de las profetisas que le aseguraran un futuro
noviazgo. Subió a la grupa de Pegaso y surcó los cielos durante dos días hasta llegar
ante su presencia. Al pisar tierra firme hizo una reverencia, extendió su mano
derecha y esperó que leyeran las líneas. La primera profetisa abrió los ojos y
le miró desencajada, no fue de su agrado y mandó cortarle la cabeza. La segunda
le sonrió y procedió a leer lo que su compañera había visto sin soltar una
palabra. Sin levantar la mirada, su cara de admiración le hizo esbozar de nuevo
una sonrisa. Zeus la apartó a un lado. La tercera no dudó en señalar el
prominente monte que se elevaba desde la muñeca al centro de la palma. Señaló
varias veces la línea de la vida y dejó escapar una inentendible palabra.
—¿Qué ha dicho? —dijo Zeus
con agarre.
La profetisa le miró a los ojos y comenzó
a hablarle en una lengua extraña. Zeus mantuvo la atención hasta que le dijo lo
que no quería escuchar. Había un ser alado que le cambiaría la vida. La ira le
brotó y salió en estampida hacia el Olimpo. Tenía que acometer su mayor
atrocidad antes que el insignificante bichejo alado le hiciera sentir un Dios
desgraciado. Cuando llegó a su reino, mandó cortar las alas a Cupido, que sin
saber muy bien el porqué sufrió las consecuencias de una decisión equivocada. Zeus
satisfecho guardó las alas en una urna de cristal y Cupido, sin poder volar, tuvo
que redimirse a caminar para sembrar el amor entre los hombres. Pero lo peor no
fue esto. Cansado de ir de aquí para allá, dejó por un tiempo de lanzar flechas.
El rechoncho y bello ser que había sembrado el amor entre los hombres acabó por
ser un ser falto de credulidad. Un amor sin alas es quebradizo, pensó Cupido de
camino a las puertas del Olimpo. Desde aquel día Afrodita sufre sus
consecuencias, a su amor le han cortado
las alas, y a ella le han privado de libertad. Su corazón no vuela como antaño,
es pesado y duro, y al paso que va dejará de ser aquel edén de Adán y Eva.
Afrodita nunca esperó nada a cambio, pero si juró que nunca mordería la
manzana. Ante la presencia de Zeus fue lo único que tuvo todas las noches para
cenar.
El bólido
El bólido
emerge de entre los ventanales de un enorme edificio, y el estruendoso ruido del
motor hace levantar la mirada a los viandantes. Observan estupefactos verlo
caer en picado. Hay quienes no han resistido el embiste de tan emocionante
suceso, y permanecen con los ojos cerrados, encogidos, a la espera de un
desenlace fatal. Otros arrodillados contemplan una nueva vía de salvación. Los
agresores y malhechores no tendrán escapatoria. El mundo emergerá de entre las
tinieblas. Ya no habrá nada que se pierda, ¡aleluya!, ¡aleluya!. Un zumbido ensordecedor
sobresalta a escasos metros del suelo, y el fabuloso bólido despliega unas alas
metálicas que lo vuelven a remontar… explica Matencio en sus charlas a los
chicos que van a verle a la residencia, y Módano el panadero cada mañana en la
venta del pan. Como Pili, la peluquera a la hora de esculpir las largas y
sedosas melenas y tantos otros admirados por el nuevo rumbo del mundo en un
caótico abismo. Desde que se conoció su existencia no cesan las reacciones. La
prensa sensacionalista luce el evento con gozo. La sociedad vive en el deleite,
aun sorprendida por todo cuanto ha acontecido desde que aquel día de agosto, el
bólido surgió de la nada, y un ser aparentemente inofensivo acabó por mostrar
su serpenteante figura invencible. Desde aquel primer día, en el que su
aparición causó fulgor entre los hombres, el mundo sigue su curso, pero una cosa
ha cambiado. Han dejado de ser importante las inmundicias. Lo relevante del
presente es saber, quien fabricó el inagotable y monstruoso bólido, qué
orientación sexual tiene, donde trabaja, que marca de ropa usa, y qué famoso le formó
en su batalla contra la corrupción.
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